Cómo será Internet en el futuro: aparatos interconectados, web 3.0 y autoempleo

Hubo un momento durante el siglo XX en el que concebir una videollamada parecía propio solamente de un escritor de ciencia ficción. Pero en este comienzo del siglo XXI, las fronteras entre la ciencia ficción y la realidad parecen diluirse y las conferencias a través de la red están a la orden del día. Es más, aspiran a dejar obsoleto al teléfono, un invento que también parecía cosa de magia en el momento en que se inventó. Uno de los horizontes más plausibles que se viene anunciando en los últimos tiempos es el que proclama la llegada del Internet de las Cosas, un término creado por el inglés Kevin Ashton en 1999. Todos sabemos que la red cambia de un modo vertiginoso, por lo que conceptos que parecían muy innovadores ayer pueden quedar obsoletos mañana. Pero éste que mencionamos ha llegado para quedarse. ¿Por qué? Pues porque Internet cada vez está más ligado a los objetos. Muchos de los aparatos electrónicos que manejamos ya acceden al ciberespacio y pueden comunicarse entre ellos, por lo que el siguiente paso es que todo a nuestro alrededor pueda hacerlo. Pero para que esta idea se consolide en la realidad tangible se deben catalogar y conectar a Internet unos 100.000 millones de objetos. Cuando esto se consiga, la mezcolanza entre realidad virtual y entorno real dará como resultado que sepamos dónde está cada cosa en todo momento. Este avance supondrá, por ejemplo, que se puedan evitar los robos o pérdidas de objetos, o que se reduzcan los accidentes de tráfico causados por la escasa visibilidad. Concretamente, la Unión Europea calcula que se producirían 200.000 fallecimientos menos al año por esta causa. Un concepto asociado al del Internet de las cosas es el de Internet 0. El investigador Neil Gershenfeld, creador del término, indica que un mundo interconectado depende de la pericia de sus ciudadanos para manejar las nuevas tecnologías: “La solución no es solo una mejor educación o un software más amigable sino dar la posibilidad de que la gente pueda crear tecnología por sí misma". El nombre de Internet 0 proviene del limitado ancho de banda que se necesita para que las personas desarrollen sus propios programas de domótica. Gershenfeld añade otra idea: “desarrollar una vivienda programable basada en microchips que son servidores web, sensores que controlan la energía y pueden comunicarse de muy distintas maneras, cuesta un dólar”. Queda claro que en el futuro no hará falta que expertos programadores conecten nuestras casas a Internet: todos tendremos las nociones básicas de domótica para hacerlo sin ayuda. Gracias al Internet de las cosas también podemos hablar de otro concepto que hoy parece revolucionario: el Internet de la Energía. A través de la conexión a Internet de miles de aparatos han nacido proyectos como Open Energy, que desarrolla herramientas Open Source de monitorización y visualización de la energía. Su propósito es mejorar los modelos de distribución energética existentes haciéndolos inteligentes. Este proyecto, creado por el español Fran Castillo, quiere cambiar el modo en el que se distribuye la energía, haciendo que cambie de sentido y que sean los ciudadanos, y no las empresas e instituciones, los que la gestionen. Otra consecuencia del Internet de las Cosas es la implantación del protocolo IPv6, Las siglas IP corresponden a Internet Protocol que se compone de una serie de reglas que emplean los dispositivos para comunicarse dentro de la Red. Para que su funcionamiento sea adecuado, los equipos deben estar identificados por un número, su IP. El problema actual es que las IPs se están agotando debido al mayor número de aparatos conectados a Internet. El IPv6 resuelve este inconveniente modificando la IP y permitiendo así el acceso a Internet a los 25.000 millones de aparatos con posibilidad de conexión que se esperan para 2015. Siguiendo una evolución lógica, después del 2.0 llegará el 3.0, otro concepto al que se le han dado muchas vueltas pero que ha generado cierta confusión debido a sus múltiples definiciones. Las características más importantes de la web 2.0 son la importancia de las redes sociales y la ampliación de banda ancha, que ha permitido que los usuarios puedan compartir y consumir imágenes, música o contenidos audiovisuales. El inglés Tim Berners-Lee, creador de la World Wide Web acuñó asimismo el término de web semántica para describir la web 3.0. Esta expresión se utiliza para describir el proceso de adición de metadatos semánticos y ontológicos a las páginas web para que puedan dialogar entre ellas. Estas informaciones adicionales que describen el contenido, el significado y la relación de los datos, provocará que al realizar búsquedas en la red obtengamos resultados mucho más precisos. Pero dentro de la web 3.0 también se incluyen otros futuros posibles de Internet, como un nuevo aumento de la banda ancha, el advenimiento de la visión 3D en la mayoría de las webs o la aparición de nuevas redes sociales más complejas, en especial, las centradas en el mundo empresarial, que proporcionarán las herramientas necesarias para que las empresas colaboren entre sí, un movimiento que ahora llamamos Enterprise 2.0, y que cambiará para denominarse 3.0. El mundo del trabajo será uno de los que más se aprovechen de los cambios que va a experimentar Internet. Como hace poco afirmó el director general de Red.es Borja Adsuara, “Internet es un nuevo nicho para el autoempleo y la generación de empresas”. La web va ayudar a empresas y emprendedores a crear y consolidar proyectos innovadores y nuevos modelos de negocio, como demuestra la actual presencia internacional de muchas páginas españolas. Asimismo, se prevé que sectores relacionados con las TIC que ahora mismo han empezado a despegar se conviertan en los mayores generadores de empleo en el futuro. Por ejemplo, el auge de las aplicaciones móviles provocará que solamente las dedicadas al campo de la salud crezcan un 800%. La nube, ese espacio en el que alojaremos todos nuestros objetos virtuales y que dejará obsoletos los discos duros, ayudará a crear 14 millones de puestos de trabajo en todo el mundo, según datos de la empresa IDC. Además, los recursos disponibles de forma telemática para emprendedores hacen que los autónomos y pymes tengan cada vez más fácil llevar a cabo su idea en Internet, por lo que el futuro de la red pasa forzosamente por una nueva concepción del trabajo en el que los ciudadanos optarán cada vez más por autoemplearse. Internet es un lugar apasionante que no deja de evolucionar y que seguirá mejorando la vida de los ciudadanos en el futuro, porque todavía está lejos de alcanzar todo su potencial. ¿Qué otros avances nos deparará en los próximos años? FUENTE: www.red.es